Diez micros de Ortiz Soto


Biografía

La mañana del 23 de junio de 1959 tras la exhibición de la película Escupiré sobre vuestra tumba (de la que era guionista), muere en el Hospital Laennec en París, a los 39 años de edad, el ingeniero, trompetista y crítico de jazz, cantante, compositor, productor, traductor, actor, dramaturgo, patafísico, poeta, novelista, dibujante… Boris Vian.

Eran demasiadas vidas para un cuerpo frágil y enfermo; y claro, su corazón no resistió, explicó el médico a un inexpresivo Vernon Sullivan, quien, fiel a su creador, hoy anda por el mundo con las novelas que escribían juntos.



Dualidad

Hundido en su sillón, Dios mira llover. Es el día cuarenta por la mañana, pero la oscura bruma no permite saberlo. En los escarpados picos de las montañas más altas, animales y humanos se disputan un palmo de tierra que, minutos después, yace bajo el mar. Son las agotadas aves migratorias las últimas en caer. En medio del océano anegado de muerte va el Arca con los pocos bendecidos. Aquello es todo lo que queda de su gran obra. Dios no puede más con tanto dolor y dispara…



Pasos

Ahí estaban junto a la cama los zapatos de papá. Los usaba siempre al volver a casa: pregonaban su andar inconfundible. Viejos, eternos, tan suyos.

Si por mí fuera, ya los habría tirado decía mamá con un dejo de melancolía contenida en la voz.

Crecí mirando aquellos zapatos; cada mañana al despertar iba hasta la habitación de mamá a ver si continuaban en su sitio. No perdía oportunidad de meter mis pies y sentir en su abismo tan siquiera un poco de lo que había sido papá.

Ayer, cuando mamá escuchó el sonido fantasmal de pasos acercándose desde el pasado, se sobresaltó. Su rostro se relajó al ver que era yo.

¡Cuánto has crecido! me dijo.

Esta noche mis zapatos descansan junto a nuestra cama.



Predicar en el desierto

La famélica y sedienta multitud guardó silencio.

Creced y multiplicaos en peces, pan y vino ordenó el profeta.

Las piedras siguieron siendo piedras.



Autobiografía

«Mi vida es un laberinto».

Minotauro



Los círculos del Paraíso

El pordiosero repasó mi bolsa del mandado con tentación. Le ofrecí una manzana. Antes de aceptarla, se me quedó viendo como si algo sospechara. “¡Una monedita por el amor de Dios!”, dijo con voz plañidera.



De oficio

Buscó en su cara un gesto, un parpadeo… un signo cualquiera que la ayudara a reconocer en aquel desconocido al hombre que esperaba. Pero el muy bastardo seguía sin aparecer, y ella cobró el servicio.



Volador de Papantla

Un grito de horror escapa de la boca de los asistentes al espectáculo, cuando una cuerda se rompe y un hombre se precipita al vacío. A escasos centímetros de estrellarse contra el piso, el hombre deviene pájaro y remonta el vuelo; una salva de aplausos lo acompaña.



Las tardes con el abuelo 

Cuando los recuerdos alcanzan al abuelo, todos a su alrededor pretextan cosas urgentes que hacer, y el viejo se va quedando solo, a merced de la melancolía.

En ocasiones, mi mano temblorosa ha tenido que enjugar sus lágrimas, como las veces en que rememora el accidente que hace años lo mantiene en esa silla de ruedas.

Mamá y la abuela acaban de venir a despertarme: «Tu abuelo agoniza, no pasará de esta noche», me dicen emocionadas; en su rostro no cabe más alegría. «En un rato estará junto a nosotros».



Ópera prima: “El fugitivo de las neuronas frías”

El asesinato de aquel escritor de novela negra a manos de su propio personaje era tan absurdo, que la policía cerró el caso. Lo dio por cierto.




JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO

(Jerécuaro, Guanajuato, México, 1965). Médico Pediatra y Cirujano Pediatra. Ha publicado los libros de poesía Réplica de viaje  (Lagarta azul, 2006)  y Ángeles de barro (Lagarta azul, 2010); y de minificción, El libro de los seres no imaginarios. Minibichario (Ficticia Editorial, 2012), con Fernando Sánchez Clelo, Alebrije de palabras: Escritores mexicanos en breve (BUAP, 2013) y Cuatro Caminos (BUAP, 2014).




 El Aforista