DE LOS ORÍGENES
De un pase logró que todo desapareciera. El hecho tomó por sorpresa a Dios, quien dada su fobia a la nada, de inmediato intentó una nueva creación. No alcanzó a realizarla. En otro punto de la oscuridad, el mago ya había agitado su varita una vez más. Y el universo surgió con el aspecto mágico conocido por todos.
LA CREACIÓN
Colocado el mar en la caracola, todo fue esperar a que la ola rompiera el silencio.
NEGLIGENCIA JUVENIL
Se movía inquieto en la cama. Sus manos y pies simulaban la conducción de un auto e incluso se podría afirmar que un viento oculto en la noche movía las sábanas con furia. La rigidez de los brazos denotaba una recta. Luego vino el giro abrupto que lo sacó del sueño al volcarlo por la ventana junto a la que dormía.
Sobre el pavimento, el onírico motor emanó dos o tres sacudidas y se apagó. Lo encontraron envuelto por el silencio.
ARDID EDITORIAL
La novela era pésima, salvo por La hiena que aparecía en distintas posiciones de la esquina superior de cada página para que, sobrepuestas con rapidez, sonriera animadamente.
EL LABERINTO
Entra en un sueño distinto cada vez que decide el rumbo: derecha o izquierda. Algunas veces vuelve sobre sus pasos, mas el camino ya no es el mismo ni lo recorre a la inversa.
Aquí, su madre cuida de que nada le falte, le seca el sudor, mantiene limpio el orinal. Solo maldice tener que cortarle las uñas de las manos atenazadas al libro que leía antes de quedarse dormido. Un libro de fastuosas tapas con letras en relieve dorado y una llamativa imagen: un seto que se embrolla a sí mismo, sin que se aprecie una sola rendija por la que pueda abandonársele.

De niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Desconozco quién era e incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.
Diez micros de Ortiz Soto
Hundido en su sillón, Dios mira llover. Es el día cuarenta por la mañana, pero la oscura bruma no permite saberlo. En los escarpados picos de las montañas más altas, animales y humanos se disputan un palmo de tierra que, minutos después, yace bajo el mar. Son las agotadas aves migratorias las últimas en caer. En medio del océano anegado de muerte va el Arca con los pocos bendecidos. Aquello es todo lo que queda de su gran obra. Dios no puede más con tanto dolor y dispara…